Sin dudas, el Dengue se ha convertido en una amenaza creciente, con un estimado anual de 390 millones de casos. De ellos, algo más de 95 millones solicitan atención médica. Si bien, hace 50 años era endémica en apenas nueve países, hoy en día lo es, en más de un centenar. Actualmente, la mitad de la población mundial están expuestos a la enfermedad.
La trasmisión de la enfermedad se produce a través del mosquito Aedes aegypti y el Aedes Albopictus (mosquito tigre). Este último, por su resistencia al frío, se adapta mejor en los países de la región europea. Las infecciones se incrementan en los días lluviosos, coincidiendo la reproducción de mosquitos por el contacto de los huevos con el agua. En España, han notificado el primer caso con transmisión vía sexual.
El agente etiológico del Dengue es un virus del género Flavivirus (familia Flaviviridae), con cuatro serotipos reconocidos. Esto es, DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Después de padecer la enfermedad, se adquiere inmunidad de por vida para el serotipo en cuestión. Ahora bien, hay inmunidad cruzada transitoria para el resto de los serotipos, con duración de 6 meses a un año. De hecho, es muy raro padecer dos veces la enfermedad en el mismo año. Sin embargo, una segunda infección origina una enfermedad grave, con casos mortales como consecuencia de un shock hemorrágico.
Especialmente, son dos las medidas preventivas de más impacto, evitar la picadura del mosquito y la vacunación. Ya está disponible Dengvaxia, una vacuna contra le Dengue, aprobada por la FDA el 1 de mayo de 2019. El principal inconveniente de la vacuna es el uso limitado solo a los infectados previamente (seropositivos). Su aplicación en los seronegativos podría originar una enfermedad grave.
Por ello, hay en marcha otras dos vacunas con la que se intenta mejorar la eficacia/seguridad de la actual.
José Antonio Gelpi Méndez | Director de Divulgación Médica en Cualtis.